Tal vez eso mismo pensó E.R. -el hombre rayo que pintaba lo que no podía fotografiar y fotografiaba lo que no podía pintar-, cuando en 1934 compuso su “A l’heure de l’observatoire. Les amoureux”: una enorme boca en el cielo (el “recuerdo de un sueño” obsesivo), un cielo con boca, un cielo que besa, un cielo que habla, un enigma en forma de labios como dos enamorados que se entrelazan.
MAN RAY, "A l'heure de l'observatoire. Les amoureux", 1934.
¿Son estos sus castillos en el aire?
ResponderEliminarSólo los verdaderos castillos flotan en el aire.
ResponderEliminarsolicito dibujante de castillos
ResponderEliminarwwpei@hotmail.com